Sol, una niña de siete años, se encuentra en casa de su abuelo ayudando con los preparativos de una fiesta sorpresa para su padre. A medida que avanza el día, un ambiente extraño y caótico se apodera lentamente de la situación, fracturando los cimientos que mantienen unida a la familia. Sol llegará a comprender que su mundo está a punto de experimentar un gran cambio, uno que abrirá el camino al misterio de celebrar la vida.
Mi interés en TÓTEM era seguir retratando la vida cotidiana desde un punto de vista muy íntimo, mirar dentro de las cosas. Me gustan los microcosmos, la esencia de las cosas, las matrioskas, las pirámides, las cosas que contienen otras cosas. Como el tema central era el concepto de hogar, quedarme en un sitio fue mi respuesta inmediata, de sentido común, a la sencilla premisa de la película. No es que quiera ser una "directora de una sola localización", simplemente sucedió.
TÓTEM es una historia sobre la familia y los amigos. Por lo tanto, también sabía que tenía que hacer hincapié en los personajes y en su forma de comunicarse. Me encanta la jerga. Incluso cuando no es más que cháchara, hay algo ahí que ya contiene su propia carga de transformación lingüística, la conciencia de que las palabras importan, palabras que se convierten en microuniversos dentro del propio lenguaje. La mayoría de las familias tienen formas de comunicarse que son casi como un nuevo idioma. No hablas con tu padre igual que con tu madre o con tu perro. Esta diversidad me fascina, aunque es muy difícil de transmitir, pero la energía de las palabras que nunca pierdes me interesa mucho.
Avilés explica que: "Quería hacer una película sobre la comunicación, sobre la virtud de las relaciones humanas y su comunión con la naturaleza. Quería crear un personaje principal que ya es maduro incluso a los siete años, una niña que puede con la capacidad de estar despierta e intenta crear un mundo con su propia mirada."
La cineasta Lila Avilés vuelve a lo que mejor sabe hacer con este moderno retrato de la infancia, la familia y el duelo que recuerda a obras maestras como Ponette y Verano 1993. Una conmovedora historia contada a través de la visión única de la niñez que conquistó los corazones de la Berlinale.